Una escuela por la gracia de Dios
Para comprender mejor la magnitud del ministerio formativo que hoy conocemos como Escuela Evangélica de Teología, es necesario echar la vista 60 años atrás. Exactamente, debemos situarnos en el otoño de 1960, cuando el entonces pastor de la iglesia en la calle Verdi de Barcelona, José María Martínez, inició unos cursos nocturnos de teología, juntamente con Joel Bermúdez, Priscila Blair, Antonio Martínez, Esther Kreguel y Benjamín Suárez, para un pequeño grupo de alumnos del ámbito de la ciudad.
Para el curso de 1963-1964, el de la primera promoción, se habían sumado más personas al proyecto, como Una y Michael Herbage, y la escuela había cambiado de local. Ya en la asamblea general de FIEIDE de 1962, celebrada en Algeciras, nos recuerda Francisco Portillo, secretario general de FIEIDE, José María Martínez ofreció a la federación la posibilidad de gestionar la escuela, que la aceptó y oficializó como órgano de formación propio. “La escuela se convirtió en una parte importante de FIEIDE”, explica Heriberto Poganatz, profesor de la escuela en la actualidad y director entre 2005 y 2013.
A partir de aquel momento, se inició un periodo de transición, cambiando el plan de estudios a una enseñanza teológica por extensión, que culminó con la transformación de la escuela en un seminario a distancia a mediados de la década de 1970. “Una escuela a distancia que funcionaba por correspondencia y que estaba dirigida por Juan Camafort”, puntualiza Francisco Portillo.
“Los cursos por correspondencia se combinaban con visitas presenciales periódicas de los profesores, que recorrieron prácticamente toda la península”, subraya Andrés Reid, director de la escuela desde 2013. La idea de una formación presencial en un lugar concreto resultaba difícil por causa de “la falta de lugares indicados para realizar estudios presenciales”, pero tampoco encajaba con la visión de “ganar a aquellos estudiantes que no podían asistir a un seminario físico”, remarca Heriberto Poganatz. “Entonces, nació la idea por parte de la escuela de llegar a los alumnos, y fue una decisión estratégica porque de esta manera se pudo atender a muchas personas que no tenían la oportunidad de acudir a un centro de estudios presenciales”. Una decisión estratégica y pionera ya que, como recuerda Andrés Reid, “era necesario en España encontrar modelos de formación a distancia porque no había visión ni recursos para enviar a personas a centros presenciales”.
La idea, por pionera que resultase, no estaba exenta de retos que, en aquellas primeras décadas, estuvieron relacionados, sobre todo, con el aspecto técnico. “Hubo algunos problemas, como el retraso en el envío de materiales, la pérdida de algunos contenidos o la calidad de las copias en cintas de casete”, dice Heriberto. Aunque “el sistema estaba en marcha y funcionaba”, el paso de los años puso de manifiesto una necesaria renovación del planteamiento de la escuela. “Hacía falta plantearse una renovación de la escuela. Incluso, había algunas voces en la federación que apuntaban a la idea del cierre de la escuela”, señala Francisco Portillo.
La etapa digital; el renacer de la Escuela Evangélica de Teología
La renovación que se vio materializada en 2005. “Cuando se llegó al nuevo milenio, FIEIDE vio que aquel modelo se necesitaba una renovación. Francisco Portillo, que acababa de entrar en su función como secretario general, impulsó una comisión para estudiar a fondo esta cuestión. Finalmente se optó por seguir con una escuela de formación a distancia pero utilizando herramientas diferentes, como el uso de una plataforma digital”, explica Andrés Reid.
“Este proyecto de reforma”, dice Francisco Portillo, “prácticamente suponía una escuela nueva”. “Finalmente se aprobó y en 2005 se implementó el nuevo currículo y la plataforma digital”, añade. En paralelo, un grupo de iglesias del noroeste de España habían unido esfuerzos para buscar modelos de formación, aunque sin éxito. “Buscamos en diferentes sitios de España y no dimos con nada que, bien por metodología o por posicionamiento doctrinal, nos convenciese”, explica Jonathan Haley, actual profesor de la Escuela Evangélica de Teología que también ha trabajado en el desarrollo de la actual plataforma online, entonces pastor de una de aquellas iglesias. Justo en aquel momento, recuerda, su iglesia se adhirió a FIEIDE y comenzaron a trabajar conjuntamente en la renovación de la escuela. “Una primera idea era la de digitalizar todo el archivo de Camafort para incluirlo en la plataforma Logos y ponerlo a disposición de los alumnos. Esa opción nunca se materializó, pero sí es una realidad, que hoy muchos de los libros de texto están en la biblioteca (digital) de los estudiantes”, explica Jonathan Haley.
“Juntamente con Francisco Portillo, Jonathan Haley, Primitivo Rodríguez y Heriberto Poganatz, fuimos desarrollando los cursos, las técnicas y la tecnología de la enseñanza por internet, que entonces era algo bastante nuevo”, asegura Jonathan Nelson, director académico de la escuela entre 2004 y 2012 y una figura clave en la materialización de la plataforma digital. “Comenzamos a pensar la forma no de crear una escuela, porque ya existía, sino de actualizar la forma de enseñar. No se pensaba exactamente en una forma de educación a distancia sino en acercar el aula al estudiante para que éste, en su contexto, pudiese formarse junto a otro grupo de compañeros que la acompañaban”, reitera.
La dirección de la nueva escuela se encargó a Heriberto Poganatz. “Teniendo a la vista la transición a la plataforma digital, en 2005 vinieron a mi casa Jonathan Haley y Jonathan Nelson para enseñarme el sistema de Moodle. En otoño de aquel año comenzamos las clases online, con una quincena de estudiantes cursando Antiguo Testamento. Fue un éxito”, explica Heriberto.
La consolidación
Una parte de ese éxito ha consistido en ofrecer un modelo de formación a distancia atípico y que desafía lo convencional. “La escuela estimula al estudiante para que sea activo en su proceso de aprendizaje. Todas las asignaturas que se cursan, deben llevar a una práctica que tenga relación con la extensión del Reino. En este sentido, nos alegra tener estudiantes con diversos ministerios que aportan a la misión diferentes maneras, y el hecho de que lo alumnos estén integrados en sus iglesias locales. Así, ellos siguen enriqueciéndose de lo que hace la iglesia en la misión pero también son fuente de estímulo para que la iglesia haga una reflexión”, explica Andrés Reid, director de la escuela desde 2013.
Una de las herramientas que la Escuela Evangélica de Teología ha desarrollado para llevar a cabo su objetivo es la de la mentoría. “El mentor y la mentora deben ser personas comprometidas con la iglesia local, deben acompañar al estudiante, apoyarle y animarle en su trabajo. El sistema de mentoría que hemos establecido es una respuesta muy adecuada para superar parte de los retos que impone la distancia”, señala Heriberto Poganatz. En la misma línea, Andrés Reid matiza que “con la mentoría se consigue un seguimiento personalizado que en los seminarios presenciales rara vez se da”. “Esto se ha visto impulsado con la incorporación de figuras como Ricard Bardés, el coordinador del programa de grado, y Edith Vilamajó, como decana de estudiantes, que supervisa y se asegura de que cada alumno tenga un mentor o mentora”, añade.
El curso 2019-2020 se graduó el primer alumno de la ‘nueva’ Escuela de Teología, Juan Parras, tras ocho años de estudios. “La educación a distancia era mi única opción si quería compatibilizar mis estudios teológicos con lo que ya hacía”, explica Juan, que también ha colaborado como profesor de refuerzo en alguna asignatura. “El impacto de estos estudios en la escuela ha sido mucho más del que esperaba. Me ha llevado a aprender mucho a nivel personal y me ha dado muchas herramientas para desarrollar un ministerio que, por mi carácter, está muy relacionado con la docencia, tanto en la iglesia como fuera de ella”, asegura.
En este sentido, Jonathan Haley remarca que siempre se ha sentido “impresionado con el nivel de los alumnos en la escuela”. “Muchos de nuestros alumnos han respondido al perfil de ser pastores, ancianos o de tener un cargo ministerial importante en la iglesia. La entrega para compatibilizar los estudios con ese servicio ministerial y la vida familiar es grande. Sabemos el esfuerzo que se está haciendo en favor de la iglesia y por amor al Señor”, añade.
Los retos que vienen
Aunque el avance de la tecnología obliga a pensar en la dificultad de pausar o detener cualquier proceso de adaptación, Jonathan Nelson enfatiza que “la tecnología no debe ser nunca el motor de la enseñanza, sino las necesidades del alumnado”. “Es necesario definir bien las metas de los estudiantes, y luego pensar en la definición de los cursos”, añade. En este sentido, considera, “la escuela ha acertado al buscar una forma de introducir elementos presenciales siempre. No solamente en el programa de grado, sino también con cursos más específicos para las iglesias locales como ‘Preparados para servir’”.
Unos retos que en la escuela se interpretan con ánimo para seguir preparando el futuro, sin olvidar el origen del que se viene. “Cuando planteábamos la posibilidad de formar la Escuela de Teología y crear un nuevo plan, en el marco de la asamblea de 2004, recuerdo haberme hecho la pregunta de si íbamos a poder llevar esto adelante. Lo inspirador es que, si es la voluntad del Señor, él da los recursos, y abre puertas y trae a las personas para desarrollar el proyecto”, asegura Francisco Portillo.
Artículo escrito por Jonatán Soriano, Estudiante de la EET y periodista con Protestante Digital
Con la participación de:
- Francisco Portillo, Secretario General de FIEIDE
- Andrés Reid, Director de la EET desde 2013
- Heriberto Poganatz, Profesor de la EET en la actualidad y Director entre 2005-2012
- Jonathan Haley, Profesor de la EET en la actualidad e impulsor de la plataforma digital
- Jonathan Nelson, Profesor de la EET y Director Académico de la EET 2004-2012
- Juan Parras, primer graduado de la EET (2020) y Profesor de la EET